Tal como lo prometido, en ocasión de la celebración del Día del Periodista, esta semana abordaremos en nuestros espacios informativos de radio y TV el tema: el enfoque de la prensa con relación al trabajo que desarrolla la PNC.
Pero en primer lugar queremos saludar en su Día a todos los hombres y mujeres de prensa y a la vez reiterarles de que es política de la PNC apoyarles en su trabajo diario proveyéndoles de información, fresca y veraz.
Entrando en materia, en cuanto al tema que hemos decidido abordar esta semana, queremos recordar la investigación periodística, realizada en Estados Unidos a inicios de los 70s, que llevó a la dimisión del presidente Richard Nixon.
En lo que constituyó un caso emblemático del periodismo investigativo, reporteros del Washington Post, demostraron que el político republicano no gozaba de las credenciales éticas, que demanda de un mandatario, el pueblo estadounidense.
Traemos a cuenta el caso “Watergate”, para subrayar que las democracias no son tales si no existe el papel fiscalizador de los periodistas, casi siempre incomodo, pero necesario para el quehacer público y gubernamental.
Esta claro. La crítica, los cuestionamientos, como resultados del trabajo investigativo de periodistas profesionales, democráticos y, por tanto conocedores de la ética, son vitales para las democracias emergentes de América Latina.
El asunto es cuando en nombre de la libertad de expresión y de la sana crítica los grandes medios impulsan sendas agendas que no abonan al ambiente de paz que necesita la nación. Eso ya deja de ser fiscalización y pasa a ser otra cosa.
Como si no bastaran programaciones diarias, muchas veces en forma muñequitos para inculcar en el pueblo la violencia, periodistas, firmando o no sus trabajos, se refieren a la actual situación de criminalidad no precisamente de forma proactiva.
La obsesión por desprestigiar al gobierno de unidad les ha llevado a rendir un tributo permanente a los homicidios, sin considerar los avances que con relación al Plan integral anti delincuencia ejecutan las autoridades.
Ni siquiera consideran publicar, que los niveles en otros rubros de la criminalidad, como las extorsiones, robos y hurtos han comenzado a bajar, levemente pero a bajar. Menos podemos pensar que publicarán un caso de heroísmo policial.
Esta semana, justamente, un matutino divulgó un reportaje cuestionando a la PNC por la compra de un lote de motos, que si bien, dice, no fue ilegal, pudo haberlas adquirido más baratas.
Si todos sabemos que la PNC debe desarrollarse y que ese desarrollo implica la compra urgente de equipo, entonces ¿cuál es el problema por haber adquirido motos de calidad en el momento oportuno?
Otros hasta pierden el tacto, más de lo normal, dándole importancia a rumores que solo causan terror en la población como el tristemente recordado “Toque de Queda” atribuido a las Maras.
En esa misma coordenada, se inscribieron las “noticias” divulgadas por algunas medios horas después del ataque terrorista perpetrado por pandilleros que dejó 17 calcinados dentro de un autobús.
Divulgaron de forma irresponsable que otros pandilleros pretendían también quemar autobuses con gente adentro en diferentes puntos del país, con el objetivo de crear un ambiente de terror.
Amigos y amigas. La democracia apenas se esta construyendo y, como reflejo de ello, el papel fiscalizador de la prensa aun acusa fuertes limitantes.
La fiscalizacion es limitada además, porque aun no contamos con un periodismo investigativo —con las honrosas salvedades del caso-- a la altura de las exigencias.
¿Es esto último culpa de los periodistas? No, en primer lugar porque el periodismo investigativo cuesta el dinero, que las grandes empresas, aunque sean altamente rentables, no están dispuestas a pagar.
Y en segundo lugar, como queda dicho, porque todo parecería indicar, que las grandes empresas de comunicación trabajan con los dados cargados a favor de un sector específico.
Hasta aquí parecería que nuestra intención es cuestionar a los periodistas y no hay nada más alejado de eso. Todo lo contrario.
En primer lugar, porque en los últimos tiempos y, en particular, después de los Acuerdos de Paz, ha surgido toda una generación de periodistas democráticos, que nadie, ni aquí, ni en otras latitudes en donde se aborde el tema, puede objetar.
Y en segundo lugar porque ellos y ellas son empleados y empleadas sujetos y sujetas de lo que les ordenan los dueños de grandes empresas que lucran de las comunicaciones.
Gracias a Dios, no todos los periodistas están midiendo el quehacer policial con la misma vara. Muchos, están publicando su accionar de otra manera. A ellos y a ellas les damos las gracias.
Aprovechamos la oportunidad para agradecer a importantes medios de comunicación vinculados a las iglesias católicas y evangélica y al Estado por permitir a la PNC, con ánimo patriótico, importantes espacios gratuitos para que divulgue su verdad.
Una verdad policial consecuente con lo que el pueblo, quiere y merece que no es otra cosa que el trabajo diario y sacrificado que realiza la Corporación para revertir la violencia y la delincuencia. (FIN)
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