Editorial Pensamiento Policial***QUE DEL DEBATE SALGA LUZ Y EN ABUNDANCIA***CON MAS OPTIMISMO QUE AYER Por primera vez, durante la actual gestión, el pueblo, a través de una encuesta respalda el accionar operativo de la Policía Nacional Civil. Esto no se veía desde finales de la década de los 90.....

lunes, 9 de mayo de 2011

2011-05-04

Durante la posguerra no había sido asesinado ningún periodista. Fue hasta en los últimos dos años cuando el gremio tuvo las lamentables perdidas de Cristian Povéda de origen franco -español y recientemente del salvadoreño Alfredo Hurtado.

Durante esta administración también se ha dado un fenómeno sin precedentes: las masacres. La primera se produjo en Suchitoto a inicios de 2010 y, la última, en Panchimalco hace pocas semanas. Suman más de 100 los asesinados entre masacres y otras muertes múltiples.

En cuanto al primer tema, la comunidad periodística dio muestras de cuan unida está al condenar rápidamente los hechos y demandar con energía el esclarecimiento de los mismos.

El caso especifico de Hurtado, fue condenado por la APES, la SIP y por gobiernos como Francia; El Canal 33, en donde trabajaba, expuso en un comunicado que éste pudo ser asesinado por su condición de periodista, es decir, hay sesgos que no fue obra de la delincuencia común.

La Policía Nacional Civil, por supuesto lamenta profundamente la pérdida de los profesionales de las comunicaciones (el director de la PNC asistió a la vela de Hurtado) y como es su deber, igual que ocurrió con Povéda, trabaja arduamente para poner a los asesinos tras las rejas.

Obviamente, ningún salvadoreño de buena fe y mucho menos la policía está contenta con la muerte de un periodista, ni de nadie.

Las autoridades policiales que en junio de 2009 iniciaron la no fácil tarea de resucitar a una corporación moribunda coordinan --en lo que constituye un esfuerzo inédito-- los planes anti delictivos con las demás instituciones que integran el Gabinete de Seguridad. Y los resultados de ese trabajo en equipo ya se están viendo.

Los periodistas, duchos en la lectura de estadísticas, saben que la corporación realiza un esfuerzo titánico. Y una muestra es que diariamente realiza un promedio de entre 160 y 170 capturas, gran parte en flagrancia, lo cual expresa el sacrificio de los aplicadores de la ley.

La mayoría de delitos van en bajada, uno más otros menos. Las extorsiones por ejemplo, han disminuido 32 por ciento sin que ese logro sea destacado por los "medios", no obstante a lo abominable de esta práctica.

Sin embargo, --y nos resistimos a creer que exista algún editor que no lo sepa-- los esfuerzos que unidos realiza la policía y en general el Gabinete de Seguridad, incluida la Fuerza Armada, no ofrecerá los resultados que los salvadoreños merecen, sino se entiende de una vez por todas, que estamos frente a un desafío nacional y que por consiguiente requiere de un esfuerzo nacional.

Frente a un desafío que demanda la participación de todos aquellos que tienen en sus manos hacer algo para minimizar el delito.

Así las cosas, la coyuntura ofrece automáticamente la oportunidad de revisar los roles que deberían asumir los actores de la sociedad con visión de Patria.

Los medios de comunicación, por ejemplo, cuyo poder nadie pone en tela de juicio tienen en sus manos conforme al el sagrado derecho de la libertad de expresión, divulgar o no las noticias relacionadas con el flagelo.

El asunto es que el enfoque actual no estaría surtiendo los efectos que todos esperaríamos sino, por el contrario, parecería que solo esta envalentonando a los delincuentes.

Los delincuentes por su misma naturaleza criminal, se chocan las manos cada vez que ven en los medios el producto de sus infernales acciones, se sienten héroes. Ven en la TV y periódicos su trofeo y nuevamente chocan las manos deseándose “suerte” en sus próximas fechorías.

No existe ningún estudio serio que concluya que los medios informativos --sobre todo en hoy que la tecnología ha alcanzado niveles asombrosos-- no son corresponsables de cambios conductuales en el ser humano, sobre todo en la niñez y la juventud. Al revés.

Lo saben, y por eso ya han hecho esfuerzos en esa dirección como la fallida jornada “Me uno” que algunos medios trataron de llevar a cabo hace unos años.

Pero ¿por qué fallan éstas iniciativas? No queremos pensar lo catastrófico, o sea, pensar que fallan porque la violencia tienen rating y, que por lo mismo, constituye un lucrativo negocio a explotar o, también, porque que tienen un compromiso con intereses político-economicos adversos a la actual administración.

Es ético-cristiano, que todos los actores vinculados de una u otra forma a la problemática, promuevan desde su propio campo la prevención de la violencia y la delincuencia, ciertamente los homicidios cometidos por el crimen común y organizado.

Promuevan el fin de las masacres que cada vez parece son fomentadas por seres diabólicos de saco y corbata convencidos de que estas muertes múltiples mantendrá el numero abultado de muertes diarias para, de ese modo, menguar el prestigio del gobierno.

Los medios de comunicación, por el poder inobjetable que ejercen sobre el consciente colectivo tienen un papel clave que jugar; de que se puede se puede si nos unimos todos, con buena fe y visión de país.

En ese espíritu sería muy positivo para la nación que los “medios” reactivaran la iniciativa patriótica de prevención del delito sin importar como se llame. Puede ser “Meuno” u otro. Lo importante es contribuir a contrarrestar el flagelo que en menos de dos años tocó trágicamente a dos miembros de la familia periodística. (FIN).

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